Omega 3, ácido oleico, vitaminas, calcio, ácido fólico y fermentos activos son algunos de los componentes que se resaltan en la publicidad de algunas leches, yogures, jugos, cereales e incluso huevos pero ¿qué significa todo esto?
El concepto de alimentos
funcionales nació en Japón. En los años 80, las autoridades sanitarias
japonesas se dieron cuenta de que, debido a la mayor esperanza de vida, para
controlar los gastos sanitarios había que garantizar una mejor calidad de vida.
Apareció un nuevo concepto de alimentos, aquellos que se desarrollaron
específicamente para mejorar la salud y reducir el riesgo de contraer
enfermedades.
En el marco europeo, aún no
han sido definidos. En 1999 apareció el primer documento consenso donde se
describen de la siguiente manera: "un alimento funcional es aquel que
contiene un componente, nutriente o no nutriente, con efecto selectivo sobre
una o varias funciones del organismo, con un efecto añadido por encima de su
valor nutricional y cuyos efectos positivos justifican que pueda reivindicarse
su carácter funcional o incluso saludable" (FUnctional FOod Science in
Europe, FUFOSE). Generalmente se considera que
son aquellos alimentos, que se consumen en la dieta normal y que contienen
componentes biológicamente activos, que ofrecen beneficios para la salud y
reducen el riesgo de contraer la enfermedad. En resumen podemos decir que los alimentos funcionales cumplen lo siguiente:
1.
Se consumen como parte de una dieta variada de forma convencional
y de manera habitual.
2.
Tienen características propias de los alimentos.
3.
Regulan algún proceso biológico concreto: envejecimiento, tránsito
intestinal,…
4.
Efectos saludables respaldados científicamente.
5.
El agente responsable de su funcionalidad es identificable y
cuantificable analíticamente.
6.
No produce efectos nocivos aunque su ingesta supere el nivel
recomendado.
7.
Debe ser efectivo en una población o grupo específico.
8.
Pueden ser o no productos naturales.
9.
No curan ni previenen por si solos y no son indispensables en la
dieta.
10. Una persona sana que sigue una dieta equilibrada ya
tiene todos los nutrientes que necesita sin necesidad de recurrir a este tipo
de alimentos.
Realmente, ¿nos hacen
falta este tipo de alimentos? y ¿hay alguno que no sea funcional? La dieta
mediterránea cuenta con características funcionales bien conocidas, desde las
grasas saludables como el aceite de oliva, el resveratrol del vino o los ácidos
grasos omega 3 del pescado azul, entonces, si ya tomamos alimentos funcionales
con este tipo de dieta ¿para qué enriquecer los alimentos?
Hay dos razones
fundamentales: una parte de la fisiología de nuestro cuerpo –fruto de la
evolución social- ha adoptado costumbres alimentarias poco saludables que
pueden contrarrestarse con alimentos funcionales y, por otro lado, y lo más
importante, los cambios sociales surgidos en los últimos tiempos –
principalmente la incorporación de la mujer al trabajo fuera de casa y al poco
tiempo que se dispone para comer- han hecho que nuestra alimentación sea
desequilibrada y nuestra nutrición deficiente.
En Europa, además ha
aumentado el interés de los consumidores por conocer la relación entre dieta y
salud. Hoy en día, la gente conoce en mayor medida, que un estilo de vida sano,
incluyendo la dieta, contribuye a reducir el riesgo a padecer enfermedades y
dolencias, y a mantener el estado de salud y bienestar. La importancia del
consumo de frutas, verduras y cereales integrales para evitar la enfermedad,
los avances en las investigaciones de antioxidantes dietéticos y la combinación
de sustancias protectoras en plantas, contribuye a impulsar el desarrollo del
mercado de los alimentos funcionales en Europa.
Esta necesidad de
encontrar alimentos más beneficiosos para la salud también se ve apoyada por
los cambios socioeconómicos y demográficos que se están dando en la población.
El aumento de la esperanza de vida (aumento de la población anciana) y el deseo
de gozar de una mejor calidad de vida, así como el aumento de los costes
sanitarios, potencian que los gobiernos, los investigadores, los profesionales
de la salud y la industria alimenticia busquen la manera de controlar estos
cambios de forma más eficaz.
A pesar de existir muchos
de estos alimentos en el mercado, llevar una dieta sana, variada y equilibrada es la mejor manera de prevenir ciertas enfermedades asegurando una buena salud. Además, las recomendaciones en el consumo de alimentos funcionales incluyen llevar una dieta sana y equilibrada e ingerirlos en las mismas cantidades en las que habitualmente se consumen el resto de alimentos. Con lo cual ¿para qué los consumimos?

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