lunes, 23 de septiembre de 2013

Alimentos ¿funcionales o que funcionan?

Omega 3, ácido oleico, vitaminas, calcio, ácido fólico y fermentos activos son algunos de los componentes que se resaltan en la publicidad de algunas leches, yogures, jugos, cereales e incluso huevos pero ¿qué significa todo esto?

 
El concepto de alimentos funcionales nació en Japón. En los años 80, las autoridades sanitarias japonesas se dieron cuenta de que, debido a la mayor esperanza de vida, para controlar los gastos sanitarios había que garantizar una mejor calidad de vida. Apareció un nuevo concepto de alimentos, aquellos que se desarrollaron específicamente para mejorar la salud y reducir el riesgo de contraer enfermedades.
En el marco europeo, aún no han sido definidos. En 1999 apareció el primer documento consenso donde se describen de la siguiente manera: "un alimento funcional es aquel que contiene un componente, nutriente o no nutriente, con efecto selectivo sobre una o varias funciones del organismo, con un efecto añadido por encima de su valor nutricional y cuyos efectos positivos justifican que pueda reivindicarse su carácter funcional o incluso saludable" (FUnctional FOod Science in Europe, FUFOSE). Generalmente se considera que son aquellos alimentos, que se consumen en la dieta normal y que contienen componentes biológicamente activos, que ofrecen beneficios para la salud y reducen el riesgo de contraer la enfermedad. En resumen podemos decir que los alimentos funcionales cumplen lo siguiente:
 
 
1.    Se consumen como parte de una dieta variada de forma convencional y de manera habitual.
2.    Tienen características propias de los alimentos.
3.    Regulan algún proceso biológico concreto: envejecimiento, tránsito intestinal,…
4.    Efectos saludables respaldados científicamente.
5.    El agente responsable de su funcionalidad es identificable y cuantificable analíticamente.
6.    No produce efectos nocivos aunque su ingesta supere el nivel recomendado.
7.    Debe ser efectivo en una población o grupo específico.
8.    Pueden ser o no productos naturales.
9.    No curan ni previenen por si solos y no son indispensables en la dieta.
10. Una persona sana que sigue una dieta equilibrada ya tiene todos los nutrientes que necesita sin necesidad de recurrir a este tipo de alimentos.
 
 
Realmente, ¿nos hacen falta este tipo de alimentos? y ¿hay alguno que no sea funcional? La dieta mediterránea cuenta con características funcionales bien conocidas, desde las grasas saludables como el aceite de oliva, el resveratrol del vino o los ácidos grasos omega 3 del pescado azul, entonces, si ya tomamos alimentos funcionales con este tipo de dieta ¿para qué enriquecer los alimentos?
Hay dos razones fundamentales: una parte de la fisiología de nuestro cuerpo –fruto de la evolución social- ha adoptado costumbres alimentarias poco saludables que pueden contrarrestarse con alimentos funcionales y, por otro lado, y lo más importante, los cambios sociales surgidos en los últimos tiempos – principalmente la incorporación de la mujer al trabajo fuera de casa y al poco tiempo que se dispone para comer- han hecho que nuestra alimentación sea desequilibrada y nuestra nutrición deficiente.
En Europa, además ha aumentado el interés de los consumidores por conocer la relación entre dieta y salud. Hoy en día, la gente conoce en mayor medida, que un estilo de vida sano, incluyendo la dieta, contribuye a reducir el riesgo a padecer enfermedades y dolencias, y a mantener el estado de salud y bienestar. La importancia del consumo de frutas, verduras y cereales integrales para evitar la enfermedad, los avances en las investigaciones de antioxidantes dietéticos y la combinación de sustancias protectoras en plantas, contribuye a impulsar el desarrollo del mercado de los alimentos funcionales en Europa.
Esta necesidad de encontrar alimentos más beneficiosos para la salud también se ve apoyada por los cambios socioeconómicos y demográficos que se están dando en la población. El aumento de la esperanza de vida (aumento de la población anciana) y el deseo de gozar de una mejor calidad de vida, así como el aumento de los costes sanitarios, potencian que los gobiernos, los investigadores, los profesionales de la salud y la industria alimenticia busquen la manera de controlar estos cambios de forma más eficaz.
A pesar de existir muchos de estos alimentos en el mercado, llevar una dieta sana, variada y equilibrada es la mejor manera de prevenir ciertas enfermedades asegurando una buena salud. Además, las recomendaciones en el consumo de alimentos funcionales incluyen llevar una dieta sana y equilibrada e ingerirlos en las mismas cantidades en las que habitualmente se consumen el resto de alimentos. Con lo cual ¿para qué los consumimos?
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 


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