jueves, 19 de septiembre de 2013

Pizza, ¿americana o italiana?



El hecho alimentario es multidimensional, se mueve entre el espacio ecológico, biológico, psicológico, socio económico y político. Como consecuencia de ello no es de extrañar que el carácter endémico de los alimentos se haya transformado a lo largo del tiempo sujeto a estos mismos factores. El carácter local ha evolucionado paralelamente a la historia: el descubrimiento de nuevos continentes y las rutas de comercio, las crisis alimentarias, los intercambios culturales, las migraciones, las mejoras en los medios de transporte,…, incluso las nuevas tendencias de moda relacionadas con la gastronomía son algunos de los culpables de la globalización de los alimentos.
El estudio de esta evolución en el carácter local de los alimentos se aborda desde diferentes ejes de la antropología de la alimentación (1):
·                   Enculturación y transmisión saber-hacer alimentario: procesos de socialización, institucionalización del aprendizaje alimentario, cocina doméstica y profesional, adquisición de gustos, preferencias y aversiones alimentarias.
·                   Cocinas regionales, patrimonio etnológico y desarrollo local: tipologías culinarias, recursos ecológicos y socioeconómicos, caracterización de los productos de la tierra, sostenibilidad y desarrollo rural, identidades culturales, patrimonio alimentario y turismo.
·                   Evolución del sistema alimentario y maneras de comer: influencia factores estructurales en cambios alimentarios, flujos e intercambios alimentarios, reformas agrarias, glocalización, políticas alimentarias, nuevos mercados, mercancías y consumidores, crisis alimentarias, movimientos sociales alternativos (ecologistas, neorrurales, vegetarianos, tierras sin OGMS).
·                   Alimentación y desigualdad social: producción alimentaria y geopolítica, acceso y disponibilidad de alimentos, pobreza y hambre, soberanía alimentaria y empoderamiento.
·                   Prácticas y representaciones alimentarias: culturas alimentarias, comestible/no comestible, religiones y creencias alimentarias, percepción de las innovaciones tecnológicas, seguridad alimentaria, alimentos funcionales, AGMs; discursos publicitarios.
·                   Movimientos migratorios y alimentación: interculturalidad y mestizajes, procesos de adaptación, cocinas de fusión.
·                   Alimentación, salud y cultura: malnutrición y desigualdad social, políticas alimentarias en salud, medicalización de la alimentación, dimensiones socioculturales de la obesidad, TCA.
Por todo ello podríamos entender la cultura de la alimentación como las diferentes maneras de percibir, sentir, pensar, ser, relativas a la alimentación y que son comunes a un grupo sociocultural. Todos los elementos del sistema alimentario representados en un modelo son, en principio, interdependientes y es mejor contextualizarlos en un marco espaciotemporal (2).
La alimentación cambia como cambian otros hábitos de la acción humana. Presentar la alimentación como la base fundamental de la supervivencia orgánica y social es incompleta. El tiempo y otras variables dependientes de factores socioculturales que tampoco se mantienen constantes también se relacionan con el cambio.  En definitiva, los cambios que se producen en los componentes y procesos relativos a la alimentación dependen  tanto de las condiciones internas del modelo como también de factores pertenecientes al contexto extraalimentario. La globalización surge como un proceso que tiene efectos observables en la alimentación (2): proceso específico de cambio cultural que afecta a las culturas de alimentación de las poblaciones.
La disponibilidad alimentaria hoy en día ha ido en aumento y se ha diversificado de manera exponencial. Las elecciones alimentarias se han complicado, no sólo la disponibilidad o criterios organolépticos por citar algunos entran en juego, criterios como la salud y la estética han pasado a tener un papel muy importante en las decisiones alimentarias.
Las formas de comida más tradicionales compiten con otras industriales, homogéneas e indiferenciadas. Por ello es evidente que, aunque contamos con más información que nunca para elegir entre la infinidad de productos que tenemos a disposición, resulta difícil decidir qué comer estando seguros de que es lo que se debe. Esta paradoja se conoce como “proceso de desregulación de la actividad alimentaria” (3). Se debe a la desestructuración de la actividad alimentaria, la deslocalización, la desimplantación horaria y la desritualización.
El cambio más significativo de esta globalización alimentaria es la pérdida de los procesos agrarios (en las sociedades agrarias el producto de la tierra es consumido directamente por la persona o grupo social que lo produce) en beneficio de los procesos industriales (se produce para ser consumido en masa). Esta tendencia afecta también a la variedad de alimentos que tenemos a nuestra disposición: “mientras que la hamburguesa y la cocacola simbolicen la cultura angloamericana y, por extensión, la transculturalización global, la longaniza o la sangría tienden a esteriotipar la representación de lo que es local” (2). De esta manera se hace evidente la pérdida de lo especial y singular hacia lo estandarizado y homogéneo.
A pesar de todo lo expuesto, no debemos olvidar que aún existen sociedades no tan industrializadas y utilizar al consumidor occidental como paradigma de la dieta humana (4).
Entraremos a considerar los sistemas alimentarios musulmanes por su cercanía física a los occidentales y su vínculo histórico con España.
El arroz, el azúcar, el café, los cítricos o las especias son algunos de los alimentos que se han difundido a través del continente africano y europeo, además de diversos procedimientos culinarios y formas de comensalidad. A pesar de esta estrecha relación durante tanto tiempo, los modelos de mercado actuales difieren bastante. Mientras que en España se han ido perdiendo de manera paulatina los pequeños comercios de ultramarinos, mercados e incluso de venta ambulante a favor de las grandes superficies, en Marruecos el modelo de mercado durante siglos ha sido el zoco. En el perdura la venta directa del pequeño productor al consumidor y donde predominan los pequeños establecimientos familiares. En la última década se han introducido los hipermercados produciendo cambios en la alimentación condicionados a la renta, la organización laboral y familiar y la tradición culinaria.
Aunque Andalucía y Marruecos comparten muchas características de su cocina: fritos de pescado, carnes y hortalizas, dulces de sartén, legumbres cocidas y condimentadas, plantas silvestres y verduras condimentadas,…, la gran diferencia la encontramos a la hora de condimentar los alimentos. Mientras que en Andalucía hay una simplificación en la condimentación (ajo, cebolla, perejil) primando el gusto del ingrediente, en Marruecos se condimenta con hierbas aromáticas y especias, en complejas  mezclas, cubriendo el sabor del ingrediente (5).
En definitiva, aunque en el mundo occidental exista una tendencia cada vez mayor a la uniformidad en la alimentación y a importar alimentos de otros lugares, el oriental tiende a la especialización de la cocina como seña unificada de identidad (se importan modelos culinarios de otra región pero dentro de un mismo territorio). De esta manera no se puede encasillar un alimento de alimento global particularizado o alimento particular globalizado ya que esta característica está sujeta a la población que lo consume, a la manera de prepararlo, al momento de consumirlo y a la forma de hacerlo. A pesar de que nos vengan a la cabeza numerosos ejemplos de alimentos particulares globalizados como, por ejemplo, las propuestas del Mcdonalds, los sabores de los mismos cambian por región en función de los gustos de la población e incluso el tamaño de las raciones confinándoles un carácter de alimento global particularizado.
 
(1)             Gracia Arnaiz, M. Alimentación y cultura en España: una aproximación desde la antropología social. Physis Revista Saúde Colectiva, Rio de Janeiro, 20 [2]: 357-386, 2010.
(2)             Millán, A. Cultures alimentàries i globalització.
(3)             Sanz Porras, J. Aportaciones de la sociología al estudio de la nutrición humana: una perspectiva científica emergente en España. Nutr Hosp. 2008; 23(6): 531-535
(4)             De Garine, I. El consumisme i l’antropòleg.
(5)             González Turmo, I. La frontera como horizonte culinario: Andalucía y Marruecos. Food, imaginaries and cultural frontiers essays in honour of Helen Macbeth: 319-331


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