viernes, 25 de octubre de 2013

Verduras ¿frescas o congeladas?

      Las verduras han de formar parte de nuestra dieta diaria aunque, con nuestro ritmo de vida actual, el consumo de alimentos frescos se ve limitado por falta de tiempo ¿Son buena opción las verduras congeladas entonces?

 
        Normalmente, las verduras congeladas se someten a un proceso de blanqueo antes de la congelación. Este proceso consiste en un  inmersión en agua hirviendo que dura muy poco tiempo pero que elimina los microorganismos que pueden estar presentes. El valor nutritivo de estas verduras es elevado ya que son recolectadas en el momento óptimo de maduración y el calor aplicado disminuye muy poco las vitaminas termosensibles que contienen. Después se produce la congelación muy rápida de estos alimentos, manteniendo intacto sus valores nutricionales. Las verduras frescas, en cambio, pueden estar varios días en el mercado y el tiempo desde que son cortadas hasta que se consumen favorece la oxidación paulatina de estos nutrientes.
 
        Aún así, las verduras congeladas han de tratarse de manera especial para que no pierdan sus propiedades: nunca se ha de romper la cadena de frío y no se deben descongelar para ser cocinadas, hay que cocinarlas congeladas. Además, no se deben volver a congelar una vez cocidas y no hay que olvidar que, a pesar de ser un alimento muy poco perecedero cuando esta congelado, hay que hacer caso a la fecha de caducidad.
 
          Las verduras congeladas son más cómodas que las frescas  ya que vienen lavadas, peladas y listas para consumir y, aunque muchas veces son más nutritivas que las frescas, el sabor y aroma de estas últimas es mayor y sí se pueden congelar después de su cocción.
 
         De cualquier manera, frescas o congeladas, las verduras han de ser un alimento habitual en nuestra dieta ya que aportan minerales, vitaminas y fibra, indispensables para nuestra buena salud.
 
 

jueves, 24 de octubre de 2013

Raciones de lácteos

        Los lácteos son un grupo de alimentos que incluyen la leche y todos sus derivados (productos de su fermentación). La leche que se utiliza es principalmente de vaca, aunque también puede proceder de otros mamíferos como la cabra o la oveja, y en algunos países de la búfala, la camella, la yak o la yegua. En la actualidad, la mayoría de los alimentos funcionales se elaboran a partir de lácteos, leches enriquecidas con omega 3, por ejemplo, aunque ya en otro post hablamos de las "virtudes" de estos alimentos.

 
 
        Desde el punto de vista nutricional, los lácteos se caracterizan por su alto contenido en calcio, proteínas de alta calidad, vit A y D. A pesar de que el calcio se encuentre unido a la caseína y el alto contenido de vit D de la leche haga pensar que este mineral sea más biodisponible en este tipo de alimentos, muchos autores que investigan el papel de los lácteos en la prevención de la osteoporosis no tienen claro su faceta beneficiosa. El metabolismo de las proteínas de origen animal produce pérdida de calcio por el ácido úrico que se genera como residuo, por ello los especialistas no creen que sean alimentos que prevengan la osteoporosis. La única manera es llevando una dieta adecuada acompañada de ejercicio.
       Además son fuentes de potasio y se ha comprobado que reducen la hipertensión arterial y fortalecen las paredes del intestino delgado aunque, su contenido en colesterol hace que su consumo durante largos periodos favorece la aparición de hipercolesterolemia (exceso de colesterol en sangre).
 
       Los lácteos pueden producir alergias e intolerancias. Dependiendo del tipo de enfermedad que se tenga las pautas dietéticas van desde consumir los productos fermentados a eliminar los lácteos de la dieta sustituyéndolos por tofu o derivados de legumbres. Las algas también apuntan como una buena alternativa para el consumo de calcio, además de otros nutrientes, pero su consumo esta limitado en personas con otras patologías como alteraciones del tiroides, que tomen fármacos anticoagulantes, con enfermedades autoinmunes, que tomen medicamentos inmunosupresores, con fenilcetonuria o en preoperatorios.
 
       La dieta mediterránea contempla el consumo de dos a cuatro raciones de estos alimentos según la etapa de la vida en la que nos encontremos, siendo mayor en la infancia, la adolescencia, el embarazo, la lactancia, la menopausia y la vejez, pero, ¿cuánto es una ración?



martes, 15 de octubre de 2013

Los 10 consejos para mejorar nuestra salud

1. La variedad de productos vegetales, incluyendo frutas y verduras, cereales, pan, legumbres, hortalizas, frutos secos y semillas; y su consumo elevado por encima de los alimentos de origen animal.

2. La presencia de alimentos frescos y de temporada para un mayor aprovechamiento de los nutrientes.

3. La utilización de aceite de oliva como grasa de adición principal.

4. El consumo preferente de cereales integrales frente a refinados, ya que tienen mayor contenido en fibra y en nutrientes.

5. El consumo diario de productos lácteos, preferiblemente bajos en grasa, como yogurt y quesos.

6. El consumo moderado de carnes, preferiblemente carnes blancas frente a rojas.

7. El consumo de pescado en mayor cantidad y de huevos con moderación.

8. La fruta fresca como postre habitual.

9. El agua como la bebida preferente (4 a 8 vasos al día). El vino debe tomarse con moderación y durante las comidas.

10.  La práctica de actividad física todos los días (30 minutos).

  • Instituto de la Salud Carlos III

lunes, 14 de octubre de 2013

Predimed y Prevención de la Enfermedad Cardiovascular

        Las Enfermedades del Aparato Circulatorio (EAC) son la principal causa de muerte en países desarrollaos y empiezan a serlo también en países en vías de desarrollo. Los hábitos dietéticos son determinantes para el buen estado de salud tanto de los individuos como de las poblaciones.

        Los países del sur de Europa presentan una incidencia mucho menor de EAC que los países del norte y Estado Unidos. Con los datos aportados en el estudio Predimed se ha aportado evidencia científica para correlacionar los efectos de la dieta mediterránea en la prevención de estas enfermedades.
 
        "Efectos de la Dieta Mediterránea en la Prevención Primaria de la Enfermedad Cardiovascular": ha quedado demostrado con evidencia científica de primer orden la eficacia de la dieta mediterránea en la prevención de enfermedades cardiovasculares ya que la intervención con este tipo de dietas suplementadas con aceite de oliva virgen extra o con nueces disminuye un 30% la incidencia de complicaciones cardiovasculares mayores (muerte de causa cardiovascular, infarto de miocardio y accidente vascular cerebral).
 
    

  • Ramón Estruch, M.D., Ph.D., Emilio Ros, M.D., Ph.D., Jordi Salas-Salvadó, M.D., Ph.D., Maria-Isabel Covas, D.Pharm., Ph.D., Dolores Corella, D.Pharm., Ph.D., Fernando Arós, M.D., Ph.D., Enrique Gómez-Gracia, M.D., Ph.D., Valentina Ruiz-Gutiérrez, Ph.D., Miquel Fiol, M.D., Ph.D., José Lapetra, M.D., Ph.D., Rosa Maria Lamuela-Raventos, D.Pharm., Ph.D., Lluís Serra-Majem, M.D., Ph.D., Xavier Pintó, M.D., Ph.D., Josep Basora, M.D., Ph.D., Miguel Angel Muñoz, M.D., Ph.D., José V. Sorlí, M.D., Ph.D., José Alfredo Martínez, D.Pharm, M.D., Ph.D., and Miguel Angel Martínez-González, M.D., Ph.D. for the PREDIMED Study Investigators. Primary Prevention of Cardiovascular Disease with a Mediterranean Diet. N Engl J Med 2013; 368:1279-1290 April 4, 2013DOI: 10.1056/NEJMoa1200303

Estudio Predimed

      Predimed (PREvención con DIeta MEDiterránea) es el estudio longitudinal de mayor envergadura que se ha realizado en España. Con grupos de investigadores repartidos por todo el país (Canarias, Andalucía, Baleares, Valencia, País Vasco, Navarra y Cataluña), desde el 2002 trabajan para aportar el mayor grado de evidencia científica acerca de los beneficios para la salud que puede obtener la población al adoptar un patrón de dieta mediterránea.

 
     Se trata de un ensayo clínico con reparto al azar de tres intervenciones dietéticas diferentes en individuos con alto riesgo cardiovascular:
  • 7447 voluntarios (mujeres de entre 60 y 80 años; hombres de entre 55 y 80 años).
  • Ser diabético tipo 2 o que reúnen tres o más factores de riesgo:
    • fumador
    • tener la tensión alta
    • presentar alteraciones en el colesterol
    • ser obeso o tener sobrepeso
    • tener antecedentes familiares en enfermedades cardiacas precoz-
     Las intervenciones consisten en dividir la muestra en tres y a cada grupo de individuos darles pautas de alimentación diferentes:
  • Dieta mediterránea y regalarles aceite de oliva
  • Dieta mediterránea y regalarles frutos secos
  • Dieta baja en grasas.
     De este estudio epidemiológico se han obtenido y se obtienen infinidad de artículos científicos relacionados con la prevención de la enfermedad basado en nuestros hábitos alimenticios.

 


 
 

jueves, 10 de octubre de 2013

La tapita del Lumo's

La tapita que nos ofrece el Lumo's es rica en verduras y proteínas. Un plato ideal como merienda o entrante.



A pesar de no tratarse de un plato muy hipocalórico, su rico contenido en carotenos, vitamina C, potasio, fósforo y calcio lo hacen una estupenda elección tanto como merienda o entrante para una comida.
Los refrescos son muy "refrescantes" pero si tomamos la copa de vino, nuestra elección será aun mejor ya que reduce nuestro riesgo cardiovascular.

martes, 8 de octubre de 2013

Raciones de farináceos




Aunque tengan la fama de que "engordan" son el grupo de alimentos principal que hemos de consumir a diario. Nuestro problema consiste en no reconocer la cantidad que debemos ingerir.


Los farináceos son un grupo de alimentos formado por legumbres y cereales. Son ricos en hidratos de carbono complejos (de absorción lenta). 
Es el grupo base de lo que debe ser una alimentación equilibrada: en la pirámide de la dieta mediterránea aparecen en la base. Ricos en fibra y proteínas.
 Aunque estas proteínas sean de bajo valor biológico (aminoácido limitante), combinar un cereal con una legumbre incrementa el valor del plato, por ejemplo el famosísimo arroz con
lentejas.
 
A continuación hay unos ejemplos de lo que es una ración para un adulto sano, y hay que tener en cuenta de que hemos de consumir entre 4 y 6 raciones al día.

 
 
 
 
 

martes, 1 de octubre de 2013

¿Cuál es tu adherencia a la dieta mediterránea?

A pesar de que el Estudio enKid iba dirigido a evaluar la obesidad infantil y juvenil en España, esta variante es una manera sencilla de saber cuál es nuestra adherencia a la dieta mediterránea y, por tanto, nuestro riesgo de padecer obesidad y cualquiera de las enfermedades relacionadas con el síndrome metabólico.

Variante del test enkid para evaluar el estado nutricional y el patrón de adherencia a la dieta mediterránea.



 1

Toma una fruta o zumo de fruta todos los días

+1

 2

Toma una segunda fruta todos los días

+1

 3

Toma verduras frescas (ensaladas) o cocinadas una vez al día

+1

 4

Toma verduras frescas o cocinadas más de  una vez al día

+1

 5

Toma pescado con regularidad (por lo menos 2 o 3 veces a la semana)

+1

 6

Acude una vez o más a la semana a un centro de fast food tipo hamburguesería

-1

 7

Le gustan las legumbres

+1

 8

Toma pasta o arroz casi a diario (5 días o más a la semana)

+1

 9

Desayuna un cereal o derivado (pan, etc)

+1

 10

Toma frutos secos con regularidad (por lo menos 2 o 3 veces a la semana)

+1

 11

Utiliza aceite de oliva en casa

+1

 12

No desayuna

-1

 13

Desayuna un lácteo   (leche, yogur, etc)

+1

 14

Desayuna bollería industrial

-1

 15

Toma 2 yogures y/o 40g de queso cada día

+1

 16

Toma varias veces al día dulces y golosinas

-1

 17

Todos sus hobbies se practican de manera pasiva (leer, escribir, pintar, blogear ;)...)

-1

 18

Haces ejercicio más de 3 días a la semana

+1

Puntuación:

Valoración del test de 0 a 10 puntos:

·         ≤ 3 nivel nutricional muy bajo. Conviene corregir urgentemente los hábitos alimentarios. Consultar con el médico o dietista.

·         4 a 7 nivel nutricional medio. Es necesario introducir algunas mejoras en tu alimentación. Acude al médico en seis meses.

·         ≥ 8 nivel nutricional alto. Sigue así.

                   
                 

viernes, 27 de septiembre de 2013

Etiquetado de los alimentos

Valores nutricionales, aditivos, códigos, números, sin sal, 100% natural, son algunos ejemplos de lo que podemos encontrar en las etiquetas de los alimentos pero ¿informan o desinforman?

 
 
        En España, el etiquetado de los alimentos esta regulado mediante el Real Decreto 1334/1999, de 31 de julio, por el que se aprueba la Norma general de etiquetado, presentación y publicidad de los productos alimenticios y que incorpora las disposiciones de la legislación comunitaria en la materia,  (vamos, lo que dice Europa) y es de aplicación tanto para el etiquetado de los productos alimenticios destinados al consumidor final como a restaurantes, hospitales, cantinas y otras colectividades similares.
        En los principio generales se resalta: "el etiquetado no deberá en ningún caso inducir a error al consumidor (¿cómo lo ven ustedes?):
  1. Sobre las características del producto alimenticio y, en particular, sobre su naturaleza, identidad, cualidades, composición, cantidad, duración, origen o procedencia y modo de fabricación o de obtención.
  2. Atribuyendo al producto alimenticio efectos o propiedades que no posea.
  3. Sugiriendo que el producto alimenticio posee características particulares, cuando todos los productos similares posean estas mismas características.
  4. Atribuyendo a un producto alimenticio propiedades preventivas, terapéuticas o curativas de una enfermedad humana, ni mencionando dichas propiedades, sin perjuicio de las disposiciones aplicables a las aguas minerales naturales y a los productos alimenticios destinados a una alimentación especial".
        Estas prohibiciones se aplican de igual forma a la presentación de los productos alimenticios y a la publicidad." (¿Alguien me puede decir qué famosa marca de lácteos ayuda a prevenir el colesterol o refuerza tus defensas?)
 
      Después de distinguir lo que NO puede incluir se enumera la INFORMACIÓN OBLIGATORIA:
  1. La denominación de venta del producto.
  2. La lista de ingredientes.
  3. La cantidad de determinados ingredientes o categoría de ingredientes.
  4. El grado alcohólico en las bebidas con una graduación superior en volumen al 1,2 %.
  5. La cantidad neta, para productos envasados.
  6. La fecha de duración mínima o la fecha de caducidad.
  7. Las condiciones especiales de conservación y de utilización.
  8. El modo de empleo, cuando su indicación sea necesaria para hacer un uso adecuado del producto alimenticio.
  9. Identificación de la empresa: el nombre, la razón social o la denominación del fabricante o el envasador o de un vendedor establecido dentro de la Unión Europea y, en todo caso, su domicilio.
  10. El lote.
  11. El lugar de origen o procedencia, cuando el producto proceda de países terceros o procediendo de un país comunitario la no indicación pueda inducir a error al consumidor.
  12. Las especialmente previstas para diversas categorías o tipos de productos alimenticios (se recogen en el anexo V del Real Decreto 1334/1999). (Hace referencia a: envasado en atmosfera protectora; con edulcorante(s); con azúcar(es) y edulcorante(s);contiene una fuente de fenilalanina o un consumo excesivo puede tener efectos laxantes. A estas se las llama "declaraciones obligatorias").
 
       El Real Decreto 1334/1999, de 31 de julio, por el que se establecen las normas para el etiquetado de los alimentos, fue modificado en el año 2004 para incluir la obligación de realizar una mención clara a la presencia de sustancias causantes de alergias e intolerancias alimentarias. La última modificación la constituye el Real Decreto 1245/2008, de 18 de julio, donde se recoge el anexo actualizado de las sustancias que obligatoriamente deben declararse así como las excepciones previstas. Estos son:
  1. cereales con gluten
  2. crustáceos
  3. huevos
  4. pescado
  5. cacahuetes
  6. soja
  7. leche
  8. frutos de cáscara (almendras, avellanas, nueces,..)
  9. apio
  10. mostaza
  11. sésamo
  12. dióxido de azufre o sulfitos
  13. altramuces
  14. molusco
 (o cualquiera de sus derivados o productos a base de)


  Esta norma ha sufrido muchas modificaciones más, la última recogida en el Real Decreto 890/2011, de 24 de junio. Esto solo deja claro la preocupación continua por mantener bien informado al consumidor, aunque nunca nos enseñen a leerlas.

    Esta es una aproximación al contenido de una etiqueta. He querido resaltar aquella información mínima que debemos encontrar en ellas para que descartemos aquellos productos que no cumplen con ello (si no cumplen con la legislación sobre etiquetas no quiero imaginar sobre las de seguridad alimentaria, y los hay, y muchos, y donde nunca creerías....) Por eso los animo a que, en lugar de parase a mirar cuantas calorías tiene el paquete de galletas, busquen esta información mínima, para asegurar que ese productor se ha preocupado de informarnos y con mayor probabilidad se haya ocupado de la inocuidad de sus productos.
     
 

 
     
     

    martes, 24 de septiembre de 2013

    Cuerpo, salud y comida

                  Pequeño ensayo sobre las relaciones e interrelaciones entre cuerpo, salud y comida en las sociedades actuales.


    De manera histórica existe un distanciamiento intelectual entre naturaleza y cultura en la sociología. Mientras que la sociobiología considera el cuerpo con “una base biológica y presocial sobre la cual se fundan superestructuras del yo y de la sociedad” (1), los constructivistas toman el cuerpo como algo que pertenece a la cultura y no a una identidad biológica (2). De esta manera, el cuerpo es interpretado culturalmente en todas partes, por lo tanto, la biología no está excluida de la cultura, sino dentro de ella. Por ello hemos de introducir el concepto de socialización de la naturaleza: “expresión que hace referencia al hecho de que ciertos fenómenos que antes eran naturales, o que venían dados por la naturaleza, ahora tienen un carácter social, es decir, que dependen de nuestras propias decisiones. La reproducción humana es un ejemplo de ello. Las transfusiones sanguíneas, los trasplantes de órganos, la procreaciones artificiales, las fecundaciones in vitro, las experimentaciones en seres humanos, las manipulaciones genéticas son otros ejemplos” (3). En nuestro ámbito, el de la nutrición, no podemos olvidar que salud y comida van de la mano, y en las sociedades actuales el tándem salud, cuerpo y comida se está convirtiendo en el centro de las inquietudes. En ese sentido, algunos afirman que existen dos cuerpo, el social y el físico y que “el cuerpo social restringe el modo en que se percibe el cuerpo físico” (2). Por ello podemos concluir que el cuerpo físico está sujeto a los caprichos sociales y es el resultado de nuestras decisiones.

    En el mal llamado “primer mundo”, cada vez más, el cuerpo ha ido tomando un mayor poder social. Estilistas, médicos, esteticistas, publicistas,…, el nacimiento de un montón de profesiones relacionadas con estas nuevas inquietudes. De la misma manera y con la cada vez mayor esperanza de vida, naturistas, homeópatas, aromatólogos,…, otro gran número de ellas que surgen de la preocupación por el envejecimiento y la salud. Este mismo hecho hace que política y economía se interesen por el coste del mantenimiento de la cada vez más longeva tercera edad. La nutrición nace como ciencia que pretende unificar estos tres conceptos.

    Actualmente, cuerpo, comida y salud están sujetos a las fuerzas sociales de una manera muy distinta a como se experimenta en comunidades más tradicionales. Los cuidados corporales, tanto estéticos como promovidos por la salud, de las sociedades actuales nacen de la preocupación por la imagen y la salud.

    Los avances tecnológicos y científicos también influyen en este tándem. Cirugías bariáticas, aborto, cirugías plásticas, reproducción in vitro,…, son algunos ejemplos de los nuevos dilemas difíciles de resolver que plantea la ciencia a la sociedad.

    En cambio, en el tercer mundo, la mayor preocupación es el alimento. La relación de éste con la salud y la comida está basada en una relación de subsistencia. “A los opulentos occidentales les resulta difícil comprender la estrechísima gama de posibilidades que tienen las familias de renta baja del Tercer Mundo a la hora de asignar los ingresos familiares a la adquisición de comestibles. Cuanto mayor sea la dependencia de dichos ingresos con respecto a un trabajo físico duro, mayor importancia tendrá asegurarse de que la persona que es la principal fuente de los mismos reciba los alimentos suficientes para ir al trabajo, aunque esto signifique que otros miembros de la familia apenas reciban alguno” (4). Y, de nuevo, la ciencia nos plantea nuevos interrogantes, transgénicos, alimentos funcionales,…, otro largo etcétera al que se ve sometido el hombre actual.

     

    Bibliografía

    (1)SHILLING, Chris (1993). The Body and Social Theory. Londres: Sage.

    (2)Martínez Barreiro, Ana (2004). La construcción social del cuerpo en las sociedades contemporáneas. Papers 73, 2004 127-152.

    (3)GIDDENS, Anthony (1998). Sociología. Madrid: Alianza.

    (4)Harris, Marvin (1999). Bueno para comer. Enigmas de alimentación y cultura. Madrid: Alianza.

    lunes, 23 de septiembre de 2013

    Alimentos ¿funcionales o que funcionan?

    Omega 3, ácido oleico, vitaminas, calcio, ácido fólico y fermentos activos son algunos de los componentes que se resaltan en la publicidad de algunas leches, yogures, jugos, cereales e incluso huevos pero ¿qué significa todo esto?

     
    El concepto de alimentos funcionales nació en Japón. En los años 80, las autoridades sanitarias japonesas se dieron cuenta de que, debido a la mayor esperanza de vida, para controlar los gastos sanitarios había que garantizar una mejor calidad de vida. Apareció un nuevo concepto de alimentos, aquellos que se desarrollaron específicamente para mejorar la salud y reducir el riesgo de contraer enfermedades.
    En el marco europeo, aún no han sido definidos. En 1999 apareció el primer documento consenso donde se describen de la siguiente manera: "un alimento funcional es aquel que contiene un componente, nutriente o no nutriente, con efecto selectivo sobre una o varias funciones del organismo, con un efecto añadido por encima de su valor nutricional y cuyos efectos positivos justifican que pueda reivindicarse su carácter funcional o incluso saludable" (FUnctional FOod Science in Europe, FUFOSE). Generalmente se considera que son aquellos alimentos, que se consumen en la dieta normal y que contienen componentes biológicamente activos, que ofrecen beneficios para la salud y reducen el riesgo de contraer la enfermedad. En resumen podemos decir que los alimentos funcionales cumplen lo siguiente:
     
     
    1.    Se consumen como parte de una dieta variada de forma convencional y de manera habitual.
    2.    Tienen características propias de los alimentos.
    3.    Regulan algún proceso biológico concreto: envejecimiento, tránsito intestinal,…
    4.    Efectos saludables respaldados científicamente.
    5.    El agente responsable de su funcionalidad es identificable y cuantificable analíticamente.
    6.    No produce efectos nocivos aunque su ingesta supere el nivel recomendado.
    7.    Debe ser efectivo en una población o grupo específico.
    8.    Pueden ser o no productos naturales.
    9.    No curan ni previenen por si solos y no son indispensables en la dieta.
    10. Una persona sana que sigue una dieta equilibrada ya tiene todos los nutrientes que necesita sin necesidad de recurrir a este tipo de alimentos.
     
     
    Realmente, ¿nos hacen falta este tipo de alimentos? y ¿hay alguno que no sea funcional? La dieta mediterránea cuenta con características funcionales bien conocidas, desde las grasas saludables como el aceite de oliva, el resveratrol del vino o los ácidos grasos omega 3 del pescado azul, entonces, si ya tomamos alimentos funcionales con este tipo de dieta ¿para qué enriquecer los alimentos?
    Hay dos razones fundamentales: una parte de la fisiología de nuestro cuerpo –fruto de la evolución social- ha adoptado costumbres alimentarias poco saludables que pueden contrarrestarse con alimentos funcionales y, por otro lado, y lo más importante, los cambios sociales surgidos en los últimos tiempos – principalmente la incorporación de la mujer al trabajo fuera de casa y al poco tiempo que se dispone para comer- han hecho que nuestra alimentación sea desequilibrada y nuestra nutrición deficiente.
    En Europa, además ha aumentado el interés de los consumidores por conocer la relación entre dieta y salud. Hoy en día, la gente conoce en mayor medida, que un estilo de vida sano, incluyendo la dieta, contribuye a reducir el riesgo a padecer enfermedades y dolencias, y a mantener el estado de salud y bienestar. La importancia del consumo de frutas, verduras y cereales integrales para evitar la enfermedad, los avances en las investigaciones de antioxidantes dietéticos y la combinación de sustancias protectoras en plantas, contribuye a impulsar el desarrollo del mercado de los alimentos funcionales en Europa.
    Esta necesidad de encontrar alimentos más beneficiosos para la salud también se ve apoyada por los cambios socioeconómicos y demográficos que se están dando en la población. El aumento de la esperanza de vida (aumento de la población anciana) y el deseo de gozar de una mejor calidad de vida, así como el aumento de los costes sanitarios, potencian que los gobiernos, los investigadores, los profesionales de la salud y la industria alimenticia busquen la manera de controlar estos cambios de forma más eficaz.
    A pesar de existir muchos de estos alimentos en el mercado, llevar una dieta sana, variada y equilibrada es la mejor manera de prevenir ciertas enfermedades asegurando una buena salud. Además, las recomendaciones en el consumo de alimentos funcionales incluyen llevar una dieta sana y equilibrada e ingerirlos en las mismas cantidades en las que habitualmente se consumen el resto de alimentos. Con lo cual ¿para qué los consumimos?